La Ciudad de México es una de las ciudades más importantes de Latinoamérica -incluso ha sido llamada también La Ciudad de los Palacios- y su centro histórico concentra con fuerza esa mezcla de diferentes estilos e influencia hispana. Es por ello que exponen dos ejemplos de joyas arquitectónicas de este sitio que resaltan por su estilo e historia. ¿Ya los visitaste?
Este edificio de estiloArt Nouveau, fue inicialmente sede del Centro Mercantil, siendo una de las tiendas departamentales más destacadas en América Latina hasta 1968, cuando se convirtió en hotel para recibir a los asistentes de los juegos olímpicos de ese año. El Gran Hotel siempre ha destacado por su arquitectura y los tesoros que alberga, como el vitral de colores de su bóveda, inspirado en el estilo Tiffany y creado a inicios del siglo XX por Jacques Gruber o su lujoso candil Luis XV.
Asimismo, ha destacado por sus columnas dóricas que responden a una de las órdenes arquitectónicas más clásicas y su herrería enredada que le permiten jactarse de ser una de las pocas edificaciones de Art Nouveau de México que conservan su estilo inicial. En sus inicios destacó por contar con los mejores servicios de su tiempo y dos de los primeros elevadores en el país, actualmente en función.
Este edificio fue construido en el siglo XVI para ser la residencia de los condes de Valle de Orizaba hasta 1871. Fueron ellos quienes revistieron con mosaicos polícromos la fachada, la cual hizo de esta casa un lugar reconocido en la ciudad. Además, se hicieron los hermosos trabajos en cantera que adornan la fachada y la herrería de los balcones.
Su ubicación le permitió albergar distintos comercios durante su historia, pues la calle 5 de Mayo era la más elegante durante el porfiriato. En 1881 se convirtió en el Jockey Club y después dio paso a la Casa del Obrero Mundial. Fue hasta 1919 cuando se convierte en un Sanborns.
La Casa de los Azulejos es un edificio único -no sólo en México, sino en el mundo- por su estilo: una combinación entre el barroco, la artesanía mexicana y la arquitectura colonial. Además, en su interior resguarda los murales Pavorreales, de Palcologne, que data de 1918, y Omni-ciencia, de José Clemente Orozco, del año 1925.